miércoles, 16 de enero de 2008

Al pan, pan; y al vino, vino

En términos generales, los símbolos me enroscan, me confunden, me agotan, me aburren.

Porque si hay un sólo símbolo, si hay uno sólo, hay infinitos. Si las cosas simbolizan cosas, nada es lo que es. Y cada objeto, cada sensación, cada forma encierra todo menos sí misma. Eso son muchíiiisimas posibilidades. Tantas que me explotaría la cabeza.

Se ve que la flaca escopeta lo sabía, por eso hizo este adivinanza:

Linda Peretz: ¿qué no es tren, y no es pera? (notese que al ser pronunciado en voz alta se forma un juego de palabras bastante berreta: "es pera" = "espera")
Horrible perro-marioneta: No se, flaca, es muy difícil.
Linda Peretz: ¡la banana!

A ver. A ver. Analicemos el acertijo. Fijensé que la única forma de no acertar la respuesta es diciendo "tren" o "pera". ¿a quién se le ocurrió? Salvo que Banana quiera decir Tren. Y ahí se va todo al carajo.

Me gustan más los colores, los sonidos, las texturas, los sabores, las sonrisas, las miradas y las palabras que se encierran a sí mismos, y nada más. Es mucho más simple.
Aunque a veces me subo al viaje de las cosas que quieren decir otras cosas que las que son. Y como es lo mismo, en cualquiera de los dos casos me río, me enrosco, me caigo, y me levanto, me sacudo el polvo y sigo corriendo.

Qué grosa la flaca escopeta.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Vos lo que pasa es que sos un ignorante.

Unknown dijo...

Ah, lo de los símbolos para mí es por esto. Porque las cosas no son lo que son sino la sensación que te producen. Si ya sé no importa, no me hagas caso, viste que uno siempre tiene que hacer alguna acotación.