martes, 22 de enero de 2008

Los moldes que le dan forma a uno.

El mundo. Y yo. Y el mundo. Y yo.

Las fuerzas del mundo. Y yo.

El piso. Y yo.

El cielo. Y yo.

El agua, el pasto, los mosquitos, las mojarras, el fuego, el Rouben, y yo.

La oscuridad, el Caos, el miedo, y yo.

Todas esas cosas -y como mil más- me moldean.

Desde donde estoy yo, para todos lados, hacia el infinito, está Todo.

Si Todo no se me viene encima, o si no me disuelvo en Todo, es simplemente porque ahí está mi Voluntad, que le gusta ser sí misma. Ser una solita. Separada del Todo.

El Caos se te ofrece. Y uno juega con él. Uno se mete en esos rincones raros y oscuros de la mente propia, en los que nada tiene sentido, en los que sólo hay formas sin forma, y ojos infinitos, y cosas ocultas, extrañas y amenazantes. Uno se mete, y lo desafía. Desafía al Caos a imponerse sobre la Voluntad. Y cada pasito más adentro es más arriesgado. Cada vez el puente más angosto.

De cualquier manera, siempre he sido Yo el que ha tenido la última palabra. El control. Aguarda con perder el control porque... Porque la pasás mal, dicen.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Te puede pasar por ejemplo que carnófago te pegue en la cara con un bastón.

Anónimo dijo...

saul.
como me haces reír, como toribio tu eres un gran héroe
jaja
volví!

vos?