Cuando era chico, solía soñar que tenía distintos tipos de mascotas algo . . . exóticas.
En éste momento sólo recuerdo tres.
Creo que el más recurrente, era el tigre en miniatura. Resulta que había una publicidad de Esso®, en la que enfocaban de cerca al surtidor mientras tiraba sustancia al auto, y en el chorro pasaba un tigre como de 10 centímetros saltando hacia el tanque de nafta. Yo soñaba que tenía ese tigre, y que le daba chuletas en miniatura. Con forma de chuleta, con hueso, y todo, solo que chiquititas. Recuerdo que una vez me mordió el dedo, y ardía. Y otra vez también, al lado del tigre, tenía en una jaulita una jirafa como de 20 cm de alto.
Otra mascota con la que solía soñar, era un pulpo. A veces soñaba que tenía un pulpo en una pecera, o en la pileta del lavadero, con un tapón. Alguna vez lo saqué del agua, y se quedaba todo baboso y chirliento como son los pulpos afuera del agua. Era genial, porque yo pasaba mucho tiempo observándolo. Los tentáculos, las ventosas, esos ojos tan raros que tienen.
Y la tercera que recuerdo, es un elefante bebé, tamaño real. Me acuerdo que para esa época, había un cañaveral bastante grande en casa, y soñaba que el elefante se comía todas las cañas, y mis padres me decían que no lo podíamos tener más. Era un flash tener un elefante.
Un cuarto animal exótico era un caballo con alas en el que salía a volar a veces, pero ese no era mi mascota. Vivía donde quería, y a veces me llevaba a pasear. Era blanco y con las alas enormes, como el de Tristar®.
Y en la vida real, la mascota más exotica que tuve jamás fué un pichón de tatú que me regalaron los encargados del campo al noooorte de Entre Ríos una vez que fuí a acompañar a mi papá a hacer cosas de hombre de campo. Ese también era fabuloso.
martes, 22 de enero de 2008
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