Los acuarios del Saulo.

Aconteció que un día, en una de mis peceras llegó una peste de Mordor y aniquiló a todos sus habitantes, salvo a un caracol, que tuve aislado un tiempo por las dudas que anduviera cargando bacterias del mal, y después lo puse con Axolonia -que no se contagió, ni nada, por suerte-.

Pero como cuando se prende fuego un prado, o un bosque de coníferas, después de la catástrofe pintó la fertilidad, pero por mil. Mis guppys tuvieron muuuuuuchos hijos. Y la pecera donde acaeció la masacre, la cual dejé con un poco de agua y con azul de metileno para que se desinfectaran las piedritas y el jarroncito de barro que hay de adorno, de pronto un día estaba lleeeeeeeeeeno, pero muy muy muy lleno de caracolitos diminutos.

Y recién charlando con Maia me di cuenta que esos caracolitos deben ser como los primeros elfos que se despertaron en el mundo. Que no tenían padres que les explicaran porqué estaban ahí. Nomás un día, se despertaron. Y eran los únicos. Y era lo único que sabían. Que estaban ahí. Y como eran los más pro de la tierra donde despertaron, fué esa su tierra, y hicieron en ella un montón de cosas re copadas y lindas. Claro, son elfos, qué más van a hacer de su existencia que cantar y tallar cosas geniales.

Capaz que ahora mis caracolitos se convierten en criaturas muy extrañas y flasheras, porque no hay ningún caracol adulto que les diga que tienen que ser nomás caracoles. Y que su destino como caracol es libar todas las superficies sobre las cuales transiten, y meterse en el espiral cuando la cosa se pone jodida. Vayasaber. Después les cuento.