sábado, 8 de marzo de 2008

Cambio y fuera

Uy, llueve.

Está más fresquito. Uno empieza a detenerse en ciertos detalles. Detalles que en el verano no existen. Empieza a encerrarse en su casa, a pensar en cuelgues sin sentido mientras se baña. Se queda pegado a cada pensamiento que entra en su cabeza, lo cabalga un rato, y cuando llega a ese punto en el que no puede ser más evidente de que no lo lleva a ningún lado, lo deja que se disuelva en el aire, para darle lugar al siguiente.

De a ratos me doy cuenta de que charlar con otro no es otra cosa que intentar describir sensaciones vividas. Y las sensaciones son algo de lo que sólo se puede hablar con alguien que ya las haya experimentado a través de su propio cuerpo. Hay que tender el cable hacia la otra persona, y una vez que quedó bien claro que el otro comprende exactamente de qué sensación estás hablando, ahí te ponés a jugar con las palabras. Las vas combinando, vas buscando imágenes, probando diferenetes formas de decirlo. Y cuando el cable está bien tendido, el otro simplemente se dedica a disfrutar de esa cosa parecida a la comunicación. Disfruta ese "no soy el único a quien le ha tocado transitar ese camino". Y a su vez aporta compartiendo las formas que adquiere esa misma sensación desde su punto de vista, desde su propio universo, su imaginario personal. Y de esa manera se enriquece descripción de cada uno desde la creatividad del otro.

Que raro es todo. Pintó el otoño.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Eso de que yo sea una cosa y vos otra distinta está re bueno.

Anónimo dijo...

hay q formar una familia como los manson y matar a todos,
pero la diferencia q nos va a hacer ganar es q vamos a tener 1000 veces mas lsd q ellos,y unas cuantas drogas mas.
Sumado, claro, q somos muchisimo mas capos.