Como soy un groso, sigo razonamientos lógicos, saco conclusiones y escribo reflexiones al respecto.
Fijate, fijate, qué groso soy.
O si no hago cualquiera, y así soy más groso. Porque es más groso hacer cualquiera que no hacer cualquiera, escuché yo.
Porque para hacer cualquiera tenes que ser un groso si no sos un pelotudo. Decirles pelotudos a las personas me hace más groso todavía. Y decirme pelotudo a mi mismo me hace ser como el Diego Maradona de . . . algo.
Groso, pelotudo, groso, pelotudo.
Fijate, y encima me hago el loco.
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Todas las equis juntas me hacen acordar a las máquinas de escribir.
a, be, ce, de, e, efe, ge, hache, i, jota, ka, ele, eme, ene, eñe, o, pe, cu, erre, ese, te, u, ve, doblevé, equis, y griega, zeta.
La "Q", la "X" y la "W" son las únicas letras que al escribir su nombre no se usan a sí mismas. Salvo que la "Y" se escriba "i griega". No estoy seguro.
Esa es la reflexión de hoy, que por supuesto, encierra una verdad trascendental de lo más hondo y sutil del universo mismo. El que quiera oir, que oiga.